Me veo obligado a escribir esta entrada de acuerdo a una discusión reciente y, obviamente, sin una conclusión clara pero que, gracias a ella, llegue a un punto en el que fui consciente de que manejamos constantemente un concepto que voy a tachar tajantemente de arcaico. El concepto del bien y del mal, el ying y el yang, lo blanco y lo negro... como lo quieran llamar en definitiva.
Todos recordamos el cuento de caperucita roja, una dulce niña de pelo rubio y grandes trenzas, cuyo directamente antagonista era el lobo, castigado por la sociedad, y personalmente por el cazador, que solamente quería alimentarse. ¿Por qué caperucita la buena y el pobre lobo el malvado? Caperucita cumplía su papel de llevar la comidita a la abuela y el lobo sólo quería alimentarse él también, ¿Debemos castigarlo por carnívoro? ¿O está mejor dejarle morir de hambre?Él no tiene la culpa de necesitar carne para sobrevivir.
Otro ejemplo podría ser la bella y la bestia, ambos enamorados a pesar de las grandes diferencias físicas (y antropológicas) que les separaban... Pero había un segundo hombre, un tal Gastón, quizá aparezca en dos ocasiones, sin demasiado protagonismo en realidad pero rechazado por la bella y también se le tacha de malvado cuando no sabemos realmente si esta locamente enamorado de ella y lo único que hace es seguir lo que le dicta su corazón...
Pero podemos ir a un cuento (con perdón a los creyentes) de lomo mucho más grueso, como es la biblia, se nos cuenta que Judas vendío a dios por un puñado de monedas, no recuerdo exactamente cuantas. Sí, traicionar a un amigo es algo que no se debería hacer ni por todo el dinero del mundo, pero¿Quién nos asegura que Judas no tenía otro remedio? Igual su familia moría de hambre o se lo había pedido el propio Dios ansiando reencontrarse con su hijo. Pero claro, sólo pensamos en lo malo que es el jodio.
Podría buscar más ejemplos pero seguro que a los lectores ya se les ha venido a la mente algún otro y han captado la idea de lo que quiero transmitir.
No creo sinceramente que exista un mal supremo que busquen "los malos". Al fin y al cabo, ¿A quién le interesa tener a todos de mal humor en su malvado universo?. Ni, por supuesto, un bien supremo que busquen "los buenos" mantener para evitar que lo devore un manto de sombras.
Lo que mueve a la humanidad es el ansia de tener más, de salir beneficiados. El ser humano es un ser que únicamente busca el bien para él y los suyos, no existe el bien o el mal, simplemente hay maneras y maneras de llegar adonde se quiere llegar.
Así que como buen discipulo jesuítico, te apuntas al carro de quienes defienden que el ser humano es egoista por naturaleza. Muy en consonancia, por supusto, con toda esa parafernalia del pecado original que seguramente conocerás tú mejor que yo.
ResponderEliminarYo, sin embargo, pertenezco a ese sector de bichos verdes que creen que el ser humano se adapta a la sociedad en la que vive. Y que si esa sociedad lo educa para que sea egoista, pisoteando a lxs demás para su propia supervivencia, entonces el ser humano es egoista.
Cuidado camarada, con el relativismo porque es una tentación fracamente peligrosa. Claro que todo no es blanco o negro, pero si que distinguimos entre tonalidades más claras o más oscuras. Si te basas en que cada cual tiene su moral, y que por tanto, no existe una escala de valores universal, pasas a legitimar todas las injusticias que acontecen sobre la tierra.
Entonces te parecerá perfectamente legítimo castigarme a mi por bollera, porque según la moral judeo-cristiana soy una pecadora. Y tu relativismo no te permite someter a jucio una moral que atenta directamente contra mi dignidad personal y mi libertad.
Podría poner muchos más ejemplos, pero supongo que a estas alturas estarás más aburrido que una ostra...
así que todos esconden un ser bueno en su interior y sus verdaderas intenciones de herir no cuentan... quizá sus métodos tampoco fueran los más adecuados, ¿no crees?
ResponderEliminarSi toda la humanidad se rigiese por el querer tner más y salir beneficiados sólo ellos mismos, desde luego, no ibamos a necesitar cuestionarnos dónde están los malos...