
Hacía mucho frío pero ya no importaba. El paisaje, azul y blanco, le parecía todo igual y comenzaba a desorientarse con facilidad. Apenas reconocía entre el suelo y el cielo. Daba gracias a que la gravedad le indicaba hacia donde caería de perder el equilibrio. El viento silbaba a su alrededor al paso entre las rocas que le rodeaban haciéndole creer que siempre había alguien detrás.
Arrastró la mano por la nieve buscando un saliente sólido al que sujetarse y clavó el piolet con decisión, haciendo fuerza se impulsó y finalmente llegó a una parte firme y horizontal. Se quedó tumbado boca abajo, intentando controlar su respiración, entrecortada por la falta de oxigeno y por el sobreesfuerzo.
Cada día había sido peor que el anterior, cada vez menos fuerzas, menos víveres, menos oxigeno... Había pasado los últimos días esforzándose por conseguir alcanzar la cima, se veía tan sumamente impotente al ver k sus esfuerzos, por intensos que fueran, siempre eran insuficientes, que cientos de veces revoloteaba en su cabeza la idea de volver sobre sus pasos y abandonar. Pero algo le hacía continuar, un paso más y cada vez con menos esperzanza, su autoestima había quedado mucho más abajo que la falda de esa enorme montaña.
Levantó la cara apartándola de la fría nieve y con una sonrisa abrió los ojos suavemente. En ese momento el tiempo se detuvo, no estaba en la cima, aún quedaba un buen tramo hasta allí. Cerró los ojos y de nuevo undió la cara en la nieve, su cabeza volvió a inundarse, ¿Debería volver sobre sus pasos?
Arrastró la mano por la nieve buscando un saliente sólido al que sujetarse y clavó el piolet con decisión, haciendo fuerza se impulsó y finalmente llegó a una parte firme y horizontal. Se quedó tumbado boca abajo, intentando controlar su respiración, entrecortada por la falta de oxigeno y por el sobreesfuerzo.
Cada día había sido peor que el anterior, cada vez menos fuerzas, menos víveres, menos oxigeno... Había pasado los últimos días esforzándose por conseguir alcanzar la cima, se veía tan sumamente impotente al ver k sus esfuerzos, por intensos que fueran, siempre eran insuficientes, que cientos de veces revoloteaba en su cabeza la idea de volver sobre sus pasos y abandonar. Pero algo le hacía continuar, un paso más y cada vez con menos esperzanza, su autoestima había quedado mucho más abajo que la falda de esa enorme montaña.
Levantó la cara apartándola de la fría nieve y con una sonrisa abrió los ojos suavemente. En ese momento el tiempo se detuvo, no estaba en la cima, aún quedaba un buen tramo hasta allí. Cerró los ojos y de nuevo undió la cara en la nieve, su cabeza volvió a inundarse, ¿Debería volver sobre sus pasos?
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