jueves, 28 de mayo de 2009

4 paredes


Ando rápido haciendo sonar mis pasos, como si tuviera prisa por llegar, como si algo diferente me deparara hoy entre esas cuatro paredes a las que ansioso acudo día tras día. Encajonados billones de nosotros en este pequeño mundo que cada vez nos deja menos espacio para cada uno y nos obsesionamos con encerrarnos en cuartos mucho más pequeños.

Sin embargo hoy no. Voy a controlar unos instantes el mono de seguir una rutina, voy a regalarme algo de mi tiempo para mi.

Un banco libre, es más, aparentemente libre, sin paredes que lo encierren pero aún así encajonado entre altos edificios. Es igual, no voy a encontrar nada mejor.

Me descuelgo la mochila, la dejo caer al suelo cuando esta a apenas un palmo de él y me siento. Me estiro y cruzo las piernas, parpadeo y tras un bostezo me ajusto las gafas. Una suave brisa me despeina a la vez que mece las hojas de los árboles como pretendiendo dormirlas como a un bebé, esa sensación despierta mis sentidos.

Huele a rocío, a lluvia de la noche anterior, a hierba recién cortada. Mis oídos captan el piar de los pájaros cercanos y las alegres voces de unas crías de camino al colegio.

Quizá nunca me habría fijado en ellas de no haberme parado, ni en esa señora que a duras penas carga con las bolsas de la compra, ni en el frutero que carga la fruta desde el furgón hasta la tienda, ni en el pelo de aquella chica ondeando al viento. No me habría fijado en ellos porque me son totalmente ajenos.

Ellos, encajonados en su rutina, no habrán deparado en mi presencia ni en ninguna de las cosas de las que, por unos instantes, he sido consciente de que estaban ahí.

No recordaré ni los olores, ni los sonidos ni a ninguna de esas personas. Me levanto y cojo mi mochila, la monotonía me reclama, esas cuatro paredes piden cercarme de nuevo.

domingo, 17 de mayo de 2009

Euromisión

Otro año más nos sorprendemos al llegar a casa el sábado y encontrarnos a un miembro de nuestra apreciada familia viendo la televisión ya pasada la medianoche y que, sin darnos tiempo a apenas cerrar la puerta, nos grita desde el salón "¡mira, mira qué ridículo estamos haciendo!".

Y aún sin saber muy bien de que se trata nos acercamos al televisor expectantes para encontrarnos con la EPE (Euromisión Política Exterior para los que no estén familiarizados con las siglas). Y es que un concurso europeo que inicialmente, y supuestamente, comenzó como una exibición de el talento que cada país mostraba al resto de Europa con el mayor orgullo nacionalista ha acabado siendo una marioneta política.

España recibió gracias a la actuación de nuestra cantante, de la factoría operación triunfo como no, veintipocos puntos, no se cuantos exactamente. Nos votaron Andorra, Portugal, Suiza y Grecia, de los cuales, dos son fronterizos y tenemos por reina a una griega. Así qué, queridos lectores, ¿Qué es esto si no política exterior?

jueves, 14 de mayo de 2009

Oscuridad

De nuevo se apagó la luz de fuera y la rendija que emanaba esos pocos rayos de luz se secó. Sus ojos no tardaron en acostumbrarse de nuevo a la oscuridad. Apoyó la huesuda espalda en la fría e incómoda pared de roca y palpó cautelosamente el húmedo suelo con las llemas de los dedos buscando algún resto de los huesos de pollo que le habían dejado. Los peores eran para él, pocas cosas sabía sobre los que le tenían ahí abajo pero una de ellas era que los mejores huesos se los echaban a los perros. Arañó el hueso en busca del mínimo ápice de carne. No hubo suerte. No recordaba cuando era la última vez que le habían dado de comer, las horas pasaban lentas en la oscuridad y no tenía ninguna consciencia del tiempo que llevaría ahí. Podrían ser semanas e incluso meses pero no lo sabía con certeza. Intentó incorporarse en vano ya que la cámara era lo suficientemente pequeña como para no poder levantarse y lo suficientemente estrecha como para que no se pudiera tumbar. Se acarició la pierna, desnuda desde el primer día, al igual que el resto de su cuerpo, cuando le despojaron de su ropa y del resto de sus cosas, con su huesuda mano, daba gracias a no tener un espejo, no le gustaría verse así. Desnutrido y moribundo, con cada vez menos esperanza de seguir vivo mucho tiempo y con menos aún de que en algún momento alguien optara por rescatarle. Dudaba de que alguien siguiera buscándole. A estas alturas todo el mundo le daría por muerto y, en cierto sentido, le gustaría que así fuera.

domingo, 10 de mayo de 2009

La fe mueve montañas

Se avecina un acontecimiento esperadísimo por millones de vascos en todo el mundo. Si señores, y no es un encuentro entre patxi e ibarretxe, no es un informe detallado sobre nuestro amado árbol de gernika ni, por sorprendente que parezca, es una guia sobre como ligar en euskadi. Todo eso es completamente secundario frente a lo que se asoma.

El esperadísimo evento es la final de la copa del rey. Tras casi un cuarto de siglo el conjunto rojiblanco consigue optar al titulo. Y la mejor afición lo demuestra día a día.

Cientos de vascos han pedido el jueves libre ante la inminente celebración del miércoles noche, independientemente del resultado del encuentro a mi parecer. El fútbol en este país es una autentica religión.

Prácticamente todos los "creyentes" acudiremos con toda nuestra fe el miércoles a las 22 horas (una hora menos en canarias que también habrá quien lo vea desde allí) a las pantallas dispuestas por la ciudad, a los bares, al estadio, desde nuestros propios televisores o, unos pocos privilegiados, en el mismo mestalla.

El día de culto a mercurio la villa de Bilbao será una, pararan los relojes durante algo más de noventa minutos, todos los alientos estarán fijos en un único pensamiento: sólo hay una opción, la victoria.

miércoles, 6 de mayo de 2009

Me gustaría ser libre


Me gustaría ser libre. Ese pensamiento ha invadido mi cabeza esta mañana. Hay muchas cadenas que no soy capaz de ver. Sin embargo los grilletes ahí están.

La mayor parte de nosotros llevamos los grilletes todo el rato, no nos desprendemos de ellos ni un solo instante. Y entre ellos yo me incluyo. A pesar de ello no necesitamos llevarlos con nosotros porque están por todas partes.

Me refiero a los relojes, somos esclavos del tiempo, de ese par de manecillas tras la esfera de cristal que las protege de todo aquello de lo que son completamente ausentes. Y si nuestras carceleras se paran necesitamos inevitablemente buscar otras que nos impongan cuándo.

Pero quisiera ir más allá, imaginen por un momento qué desterramos el tiempo de nuestra sociedad, de nuestra cultura, de nuestra historia. Qué eliminamos esa inevitable necesidad de contabilizarlo todo, de ver un antes, un después, un ahora…

Ni siquiera así seriamos libres.

Nuestro reloj biológico no depende de nosotros, no para, nos ordena constantemente qué debemos hacer y cuándo. Cuándo comer, dormir, desechar… Y si no le obedecemos se vuelve en nuestra contra hasta matarnos si es necesario.

Somos esclavos de nuestra propia naturaleza. Ella puede darnos la oportunidad de vivir pero únicamente bajo sus estrictas condiciones.

Nunca seremos libres, de nuestro cautiverio depende nuestra propia existencia.

lunes, 4 de mayo de 2009

Bajo el sol

Allí estaba. Tumbada al sol sobre la amarillenta hierba como solía hacer todos los días cuando el astro estaba en lo más alto. Como de costumbre él se limitaba a observarla desde el mismo rincón de siempre.

Esas caderas voluminosas y esos estilizados muslos le hacían perder la cabeza. Su pelo, castaño oscuro aunque con algunas zonas más claras, ondeando al viento no le dejaban centrarse en su objetivo. Ese cuello tan largo le hacía la boca agua y deseaba constantemente tomarla.

El viento cambió de repente y los matorrales tras los que estaba le golpearon la cara arañándosela. Contrajo los músculos y se quedó en tensión. Se agachó ocultándose completamente y procurando camuflase entre la maleza. Afinó el oído a la espera de escuchar algún movimiento por parte de ella.

Pasó unos segundos en silencio y completamente quieto. No oyó nada y decidió relajarse y buscar un hueco entre las ramas del matorral para ver la situación. Entreabrió sus rasgados y enormes ojos y observó atentamente. Seguía exactamente en la misma posición. Respiró hondo ese aire tan caliente y agobiante. Todo estaba a su favor. Ese era el momento de actuar.

Entonces ella se levantó rápidamente e impulsándose en sus patas traseras y de un brinco recorrió el páramo para ocultarse entre la maleza que protegía a los débiles herbívoros. Las hienas le habían espantado. Se miró las garras y escarbó en el suelo. Se relamió.

Tendría que volver a conformarse con una liebre despistada o un mono jugando inconscientemente en ramas suficientemente bajas. No era comida digna de un felino de su tamaño pero ya sorprendería a aquel apetitoso corzo en otra ocasión.

viernes, 1 de mayo de 2009

Papás y mamás

¿Jugamos a contar mentiras? Venga anímense, pasaremos un buen rato. Empiezo yo: El hombre y la mujer son iguales en la sociedad. Bueno discúlpenme no se puede empezar a jugar con mentiras tan gordas que si no la diversión no dura nada.

Muchas razones me podrían haber llevado a escribir esta entrada, como aquel soleado pero frío día que a unos compañeros y a mi nos abordó una entrevistadora. La joven mujer, buena cumplidora de su trabajo, comenzó preguntándonos qué sería de nosotros si nuestras madres dejaran de trabajar en casa. Yo la interrumpí al momento preguntándola a ver si los padres no trabajaban en casa. Menos mal que era una mujer y no un hombre quien formulaba la pregunta…

Pero en esta ocasión lo que me ha llevado a escribir ha sido un anuncio de algún lugar de culto al consumo, centros comerciales creo que los llaman, que he escuchado en la radio. En él nos invita a llevar a nuestros hijos a cierto acontecimiento, pero eso sí, la niña tiene que hacer el papel de barbie y el retoño masculino de piloto.

¿Donde está esa igualdad a la que se supone hemos llegado? ¿Acaso no damos carnés de conducir a las mujeres? No, se me olvidaba, conducir es cosa de hombres. Y lo que me parece aun peor, ¿Mi hijo no puede ir de barbie si es lo que le hace feliz? No desde luego porque eso es de maricones. Y no queremos maricones, solamente machos ibéricos .

Yo sólo digo, basta de hipocresía y basta de estupideces.