sábado, 18 de abril de 2009

Una de tantas


Miró de nuevo el reloj. Ya llevaba casi media hora esperándole. Pensó en llamarle pero sus brazos no obedecieron y siguió en la misma posición. Se quedó mirando los adoquines del suelo y pronto se desenfocó todo. Parpadeó y impulsándose haciendo fuerza sobre la fría pared en la que estaba apoyada se dirigió hacia un banco al que llevaba mirando un buen rato.

Antes solían salir muchos en la cuadrilla pero se fueron distanciando al ir emparejándose. A veces, los sábados, se reunían algunos pero nunca llegaban a la mitad de los que se suponía eran en total. Siempre tenían algún compromiso.

Ninguno de ellos llegaba a los 22 y más de uno llevaba hasta 5 años con la novia. Y sabía que no era cosa de solo su cuadrilla, siempre que se atrevía a ir a ligar con alguien había alguien que tenía pareja. Era algo que no era capaz de comprender, esa necesidad de estar comprometido con alguien a esta edad, le parecía ridículo y desde luego nada oportunista.

A ella le gustaba estar soltera, sin tener que dar explicaciones a nadie, únicamente tenía que responder ante si misma. Sin embargo, a veces si echaba en falta ese cariño que dicen que sólo tu pareja puede darte. A pesar de ello su libertad estaba por encima.

Era consciente de que no tenía ningún problema para echarse novio, siempre se lo decían sus emparejados amigos. Pero tenía demasiado miedo a comprometerse ya que ya le habían roto el corazón.

Ella también había hecho daño a algunas personas y ahora sabía lo que dolía. Por eso cada vez que le gustaba alguien que realmente le importaba nunca le decía nada, no quería arriesgarse a hacerle daño en un futuro.

A veces miraba al futuro y se veía sola, todo el mundo tenía ya a alguien y ella lo único que tenía eran rollos de una noche que no la inspiraban nada, no significaban nada, era simplemente por pasar el rato. Y un chico con el que solo compartía su morbosa afición de hacerlo en los baños de la universidad.

Sus amigos, su ambiente, la sociedad le imponían encontrar a alguien y casarse y comer perdices. Lo veía como algo inevitable, por eso estaba esperando impacientemente a ese chico con el que compartía tantas cosas.

Se levantó y abandonó el banco bañado por los tímidos rayos de sol de primavera. Llenó sus pulmones todo lo que pudo y lo soltó suavemente, un día más sin tener que dar explicaciones a nadie.

3 comentarios:

  1. reflexiones d un vagabundo.... veces basadas en la realidad propia d uno mismo??m a gustado t reflexion..bxts enano mua(kisses box)

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  2. Hmmm

    Me quedo con un par de cositas de tu actualización ( que por fin he sacado un hueco para leerla en condiciones )
    La primera, la situación esa del banco. Es curioso, pero las relaciones con el tiempo acaban dilatándose, por una razón o por otra. Eso sí, siempre es porque uno o otro ( o los dos ) ponen poco o nada de su parte. Me viene a la mente el estribillo de una conocida canción, que dice " naces y vives solo ". ¿ Realmente importamos a alguien? Todo va y biene. Los amigos, las parejas, ... creo que el único fiel es uno mismo.
    Respecto a lo de "A ella le gustaba estar soltera, sin tener que dar explicaciones a nadie, únicamente tenía que responder ante si misma" ... Por qué cojones tenemos que dar explicaciones y justificar nuestros actos a la sociedad ? Las explicaciones son para los juicios, el resto, sobran. Qué asco de sociedad

    En fin. Como siempre Asier, me encantan tus textos ^^ Sigue escribiendo asi !

    Un besazo

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  3. me encanta! me encanta! me encanta!

    gracias!

    un beso grande!

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