Fue entonces cuando le vió. Ahí estaba ella, bailando y con melena castaña clara ligeramente ondulada ondeando cada vez que movía la cabeza. Moviendo esas caderas de un lado a otro hipnotizándole como sólo las de ella podían.
Ya sabía que iría a esa recóndita discoteca aquella noche, era incapaz de perderla de vista. La seguía con la mirada ahí adonde iba a pesar de toda esa gente k los separaba. Dudó durante toda la noche de qué haría cuando la viera.
No estaba seguro de si le había visto pero sus dudas se disiparon cuando ella paró de bailar de repente y se dirigió hacia él.
- Hola nene - saludó con su sensual voz.
- Hola.
- ¿Qué haces tu por aquí? Hacía mucho que no venias, ¿no?
- Pues nada, de fiesta, ya ves - respondió intentando evadir la conversación.
- No seas arisco conmigo - le reprochó ofendida - ¿Aun me guardas rencor?
- Bueno no me faltan razones, ¿no crees?
- Venga no seas así - Le susurro al oído, se retiró y le miró con esos enormes ojos marrones de niña buena a los que no se les podía llevar la contraria.
Se quedaron mirando en silencio y ella se le acercó aun más. De repente se dió cuenta de que llevaba un rato sin escuchar la altísima música y de que en algún momento había dejado el cubata en la barra para agarrarla a ella. Sus labios ya no necesitaban del alcohol, sólo le necesitaban a ella.
La agarró de la parte inferior de la cadera y ella se apoyó en él. Inclinó su cabeza hacia la de ella. Sabía que el placer que iba a experimentar a la larga sólo le perjudicaría como había hecho hasta ahora. Estaba a punto de caer de nuevo en sus redes.
No podía detener ese impulso de poseerla, aunque sabía que sería por un rato y luego le despacharía como hacía siempre. Su cabeza le decía que la soltara pero esas curvas que tanto ansiaba recorrer con las llemas de sus dedos hablaban otro idioma, y en este momento era a su cabeza a quien no conseguía entender.
- Odio tu juego - le dijo cuando apenas estaba a unos milímetros de sus carnosos labios y la derrota era tan inminente como evidente. Ella esbozó una sonrisa y abrió ligeramente los boca enseñando un ápice de sus blanquísimos dientes envidiados incluso por los dentistas.
Sus labios se fusionaron con los de ella sólo un segundo antes de notara como la lengua de ella abrazaba pasionalmente la de él. La mezcla de sensaciones que le probocó le hizo perder el control de todo. Sintió como se le aceleraba el pulso y se quedaba sin aire, como sus manos recorrían su espalda deslizándose hacia abajo inconscientemente.
Entonces ella se retiró dándole un latigazo a todas esas sensaciones y partiéndolas en cientos de trocitos. Se quedó sin habla mirándola.
- Gracias, sólo quería comprobar hasta qué punto tengo control sobre ti. - Le apartó y volvió donde la había visto por primera vez aquella noche.
Ya sabía que iría a esa recóndita discoteca aquella noche, era incapaz de perderla de vista. La seguía con la mirada ahí adonde iba a pesar de toda esa gente k los separaba. Dudó durante toda la noche de qué haría cuando la viera.
No estaba seguro de si le había visto pero sus dudas se disiparon cuando ella paró de bailar de repente y se dirigió hacia él.
- Hola nene - saludó con su sensual voz.
- Hola.
- ¿Qué haces tu por aquí? Hacía mucho que no venias, ¿no?
- Pues nada, de fiesta, ya ves - respondió intentando evadir la conversación.
- No seas arisco conmigo - le reprochó ofendida - ¿Aun me guardas rencor?
- Bueno no me faltan razones, ¿no crees?
- Venga no seas así - Le susurro al oído, se retiró y le miró con esos enormes ojos marrones de niña buena a los que no se les podía llevar la contraria.
Se quedaron mirando en silencio y ella se le acercó aun más. De repente se dió cuenta de que llevaba un rato sin escuchar la altísima música y de que en algún momento había dejado el cubata en la barra para agarrarla a ella. Sus labios ya no necesitaban del alcohol, sólo le necesitaban a ella.
La agarró de la parte inferior de la cadera y ella se apoyó en él. Inclinó su cabeza hacia la de ella. Sabía que el placer que iba a experimentar a la larga sólo le perjudicaría como había hecho hasta ahora. Estaba a punto de caer de nuevo en sus redes.
No podía detener ese impulso de poseerla, aunque sabía que sería por un rato y luego le despacharía como hacía siempre. Su cabeza le decía que la soltara pero esas curvas que tanto ansiaba recorrer con las llemas de sus dedos hablaban otro idioma, y en este momento era a su cabeza a quien no conseguía entender.
- Odio tu juego - le dijo cuando apenas estaba a unos milímetros de sus carnosos labios y la derrota era tan inminente como evidente. Ella esbozó una sonrisa y abrió ligeramente los boca enseñando un ápice de sus blanquísimos dientes envidiados incluso por los dentistas.
Sus labios se fusionaron con los de ella sólo un segundo antes de notara como la lengua de ella abrazaba pasionalmente la de él. La mezcla de sensaciones que le probocó le hizo perder el control de todo. Sintió como se le aceleraba el pulso y se quedaba sin aire, como sus manos recorrían su espalda deslizándose hacia abajo inconscientemente.
Entonces ella se retiró dándole un latigazo a todas esas sensaciones y partiéndolas en cientos de trocitos. Se quedó sin habla mirándola.
- Gracias, sólo quería comprobar hasta qué punto tengo control sobre ti. - Le apartó y volvió donde la había visto por primera vez aquella noche.
Dios! Me encanta el final ! Es tan inesperado como sucio . Me ha molado, si señor ^_^
ResponderEliminarque zorra
ResponderEliminarmola