Ahí estaba el pobre, tirado boca arriba moviendo una extremidad rápidamente como intentando encontrar algo a lo que aferrarse. No hacia ni medio minuto revoloteaba provocando un molesto zumbido a mí alrededor.
Tuve paciencia y esperé simplemente el momento adecuado para sorprenderlo en pleno vuelo. El pobre insecto partía con desventaja porque su naturaleza desvelaba sus intenciones. Tarde o temprano se dirigiría hacia la pantalla de ordenador, el único elemento del oscuro cuarto que emanaba algo de luz.
No pasaron ni diez segundos y ya tenía al mosquito localizado, espere a que se alejara lo suficiente de la pantalla para, de una palmada, derribarlo en pleno vuelo.
Abrí las manos lentamente, a la espera de que saliera volando, sin embargo cayó directamente sobre la mesa. Pensé que estaría muerto, sin embargo se retorcía boca arriba.
Le cogí de una pata distinta a la que estaba sacudiendo y le puse a la luz, le deposite lentamente sobre la mesa y observé.
Sólo movía una pata, asi que, en un alarde de piedad, decidí librarle de su sufrimiento y acabar con su vida. Le miré algo más de cerca y pude distinguir que tenía el cuerpo rojizo, el bichito ya había cenado y esperaba otra víctima. Acerqué mis dedos para agarrarlo y al tocarlo saltó y se retorció en el sitio moviéndose apenas medio centímetro.
En ese momento me sentí increíblemente mal por acabar sin ningún miramiento con su vida, podría haberme limitado a atraparlo y soltarlo en una ventana pero como especie dominante ejercí mi derecho a decidir quien vive y quien muere, a ser dios.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando volví a oír otro zumbido a mi espalda y no estaba dispuesto a pasarme la noche siendo picado por una bandada de insectos ávidos de sangre.
Miré de nuevo la mesa, decidido a acabar lo que hace un minuto había empezado y descubrí que el moribundo insecto había desaparecido.
Sólo una cosa pasó por mi cabeza: O ellos o yo.
Tuve paciencia y esperé simplemente el momento adecuado para sorprenderlo en pleno vuelo. El pobre insecto partía con desventaja porque su naturaleza desvelaba sus intenciones. Tarde o temprano se dirigiría hacia la pantalla de ordenador, el único elemento del oscuro cuarto que emanaba algo de luz.
No pasaron ni diez segundos y ya tenía al mosquito localizado, espere a que se alejara lo suficiente de la pantalla para, de una palmada, derribarlo en pleno vuelo.
Abrí las manos lentamente, a la espera de que saliera volando, sin embargo cayó directamente sobre la mesa. Pensé que estaría muerto, sin embargo se retorcía boca arriba.
Le cogí de una pata distinta a la que estaba sacudiendo y le puse a la luz, le deposite lentamente sobre la mesa y observé.
Sólo movía una pata, asi que, en un alarde de piedad, decidí librarle de su sufrimiento y acabar con su vida. Le miré algo más de cerca y pude distinguir que tenía el cuerpo rojizo, el bichito ya había cenado y esperaba otra víctima. Acerqué mis dedos para agarrarlo y al tocarlo saltó y se retorció en el sitio moviéndose apenas medio centímetro.
En ese momento me sentí increíblemente mal por acabar sin ningún miramiento con su vida, podría haberme limitado a atraparlo y soltarlo en una ventana pero como especie dominante ejercí mi derecho a decidir quien vive y quien muere, a ser dios.
Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando volví a oír otro zumbido a mi espalda y no estaba dispuesto a pasarme la noche siendo picado por una bandada de insectos ávidos de sangre.
Miré de nuevo la mesa, decidido a acabar lo que hace un minuto había empezado y descubrí que el moribundo insecto había desaparecido.
Sólo una cosa pasó por mi cabeza: O ellos o yo.
guau!
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