jueves, 23 de julio de 2009

Supervivencia animal

Ahí estaba el pobre, tirado boca arriba moviendo una extremidad rápidamente como intentando encontrar algo a lo que aferrarse. No hacia ni medio minuto revoloteaba provocando un molesto zumbido a mí alrededor.

Tuve paciencia y esperé simplemente el momento adecuado para sorprenderlo en pleno vuelo. El pobre insecto partía con desventaja porque su naturaleza desvelaba sus intenciones. Tarde o temprano se dirigiría hacia la pantalla de ordenador, el único elemento del oscuro cuarto que emanaba algo de luz.

No pasaron ni diez segundos y ya tenía al mosquito localizado, espere a que se alejara lo suficiente de la pantalla para, de una palmada, derribarlo en pleno vuelo.

Abrí las manos lentamente, a la espera de que saliera volando, sin embargo cayó directamente sobre la mesa. Pensé que estaría muerto, sin embargo se retorcía boca arriba.

Le cogí de una pata distinta a la que estaba sacudiendo y le puse a la luz, le deposite lentamente sobre la mesa y observé.

Sólo movía una pata, asi que, en un alarde de piedad, decidí librarle de su sufrimiento y acabar con su vida. Le miré algo más de cerca y pude distinguir que tenía el cuerpo rojizo, el bichito ya había cenado y esperaba otra víctima. Acerqué mis dedos para agarrarlo y al tocarlo saltó y se retorció en el sitio moviéndose apenas medio centímetro.

En ese momento me sentí increíblemente mal por acabar sin ningún miramiento con su vida, podría haberme limitado a atraparlo y soltarlo en una ventana pero como especie dominante ejercí mi derecho a decidir quien vive y quien muere, a ser dios.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando volví a oír otro zumbido a mi espalda y no estaba dispuesto a pasarme la noche siendo picado por una bandada de insectos ávidos de sangre.

Miré de nuevo la mesa, decidido a acabar lo que hace un minuto había empezado y descubrí que el moribundo insecto había desaparecido.

Sólo una cosa pasó por mi cabeza: O ellos o yo.

1 comentario: