sábado, 25 de abril de 2009

Prisiones invisibles

Fue entonces cuando le vió. Ahí estaba ella, bailando y con melena castaña clara ligeramente ondulada ondeando cada vez que movía la cabeza. Moviendo esas caderas de un lado a otro hipnotizándole como sólo las de ella podían.

Ya sabía que iría a esa recóndita discoteca aquella noche, era incapaz de perderla de vista. La seguía con la mirada ahí adonde iba a pesar de toda esa gente k los separaba. Dudó durante toda la noche de qué haría cuando la viera.

No estaba seguro de si le había visto pero sus dudas se disiparon cuando ella paró de bailar de repente y se dirigió hacia él.

- Hola nene - saludó con su sensual voz.

- Hola.

- ¿Qué haces tu por aquí? Hacía mucho que no venias, ¿no?

- Pues nada, de fiesta, ya ves - respondió intentando evadir la conversación.

- No seas arisco conmigo - le reprochó ofendida - ¿Aun me guardas rencor?

- Bueno no me faltan razones, ¿no crees?

- Venga no seas así - Le susurro al oído, se retiró y le miró con esos enormes ojos marrones de niña buena a los que no se les podía llevar la contraria.

Se quedaron mirando en silencio y ella se le acercó aun más. De repente se dió cuenta de que llevaba un rato sin escuchar la altísima música y de que en algún momento había dejado el cubata en la barra para agarrarla a ella. Sus labios ya no necesitaban del alcohol, sólo le necesitaban a ella.

La agarró de la parte inferior de la cadera y ella se apoyó en él. Inclinó su cabeza hacia la de ella. Sabía que el placer que iba a experimentar a la larga sólo le perjudicaría como había hecho hasta ahora. Estaba a punto de caer de nuevo en sus redes.

No podía detener ese impulso de poseerla, aunque sabía que sería por un rato y luego le despacharía como hacía siempre. Su cabeza le decía que la soltara pero esas curvas que tanto ansiaba recorrer con las llemas de sus dedos hablaban otro idioma, y en este momento era a su cabeza a quien no conseguía entender.

- Odio tu juego - le dijo cuando apenas estaba a unos milímetros de sus carnosos labios y la derrota era tan inminente como evidente. Ella esbozó una sonrisa y abrió ligeramente los boca enseñando un ápice de sus blanquísimos dientes envidiados incluso por los dentistas.

Sus labios se fusionaron con los de ella sólo un segundo antes de notara como la lengua de ella abrazaba pasionalmente la de él. La mezcla de sensaciones que le probocó le hizo perder el control de todo. Sintió como se le aceleraba el pulso y se quedaba sin aire, como sus manos recorrían su espalda deslizándose hacia abajo inconscientemente.

Entonces ella se retiró dándole un latigazo a todas esas sensaciones y partiéndolas en cientos de trocitos. Se quedó sin habla mirándola.

- Gracias, sólo quería comprobar hasta qué punto tengo control sobre ti. - Le apartó y volvió donde la había visto por primera vez aquella noche.

sábado, 18 de abril de 2009

Una de tantas


Miró de nuevo el reloj. Ya llevaba casi media hora esperándole. Pensó en llamarle pero sus brazos no obedecieron y siguió en la misma posición. Se quedó mirando los adoquines del suelo y pronto se desenfocó todo. Parpadeó y impulsándose haciendo fuerza sobre la fría pared en la que estaba apoyada se dirigió hacia un banco al que llevaba mirando un buen rato.

Antes solían salir muchos en la cuadrilla pero se fueron distanciando al ir emparejándose. A veces, los sábados, se reunían algunos pero nunca llegaban a la mitad de los que se suponía eran en total. Siempre tenían algún compromiso.

Ninguno de ellos llegaba a los 22 y más de uno llevaba hasta 5 años con la novia. Y sabía que no era cosa de solo su cuadrilla, siempre que se atrevía a ir a ligar con alguien había alguien que tenía pareja. Era algo que no era capaz de comprender, esa necesidad de estar comprometido con alguien a esta edad, le parecía ridículo y desde luego nada oportunista.

A ella le gustaba estar soltera, sin tener que dar explicaciones a nadie, únicamente tenía que responder ante si misma. Sin embargo, a veces si echaba en falta ese cariño que dicen que sólo tu pareja puede darte. A pesar de ello su libertad estaba por encima.

Era consciente de que no tenía ningún problema para echarse novio, siempre se lo decían sus emparejados amigos. Pero tenía demasiado miedo a comprometerse ya que ya le habían roto el corazón.

Ella también había hecho daño a algunas personas y ahora sabía lo que dolía. Por eso cada vez que le gustaba alguien que realmente le importaba nunca le decía nada, no quería arriesgarse a hacerle daño en un futuro.

A veces miraba al futuro y se veía sola, todo el mundo tenía ya a alguien y ella lo único que tenía eran rollos de una noche que no la inspiraban nada, no significaban nada, era simplemente por pasar el rato. Y un chico con el que solo compartía su morbosa afición de hacerlo en los baños de la universidad.

Sus amigos, su ambiente, la sociedad le imponían encontrar a alguien y casarse y comer perdices. Lo veía como algo inevitable, por eso estaba esperando impacientemente a ese chico con el que compartía tantas cosas.

Se levantó y abandonó el banco bañado por los tímidos rayos de sol de primavera. Llenó sus pulmones todo lo que pudo y lo soltó suavemente, un día más sin tener que dar explicaciones a nadie.

domingo, 12 de abril de 2009

El oficio del engaño


A pesar de lo que pudiera dar a pensar esta imagen hoy no voy a hablar del aborto, eso es un tema que deseo dejar para otro día. Ni siquiera voy a hablar de las especies protegidas a pesar de aparecer ese precioso y poco común lince ibérico en el cartel.

Y en realidad no es porque no me importen ninguno de los dos temas a los que seguramente les acabaré dedicando una entrada en alguna ocasión. Pero en fin, si me disculpan iré al grano.

De lo que quiero hablar es de esa pequeña, o posiblemente gran mente, ya que es sabido que las grandes mentes son incomprensibles para el humano común, que se le ocurrió la fantástica idea de comparar un niño o un bebe o un feto o un embrión o como quieran llamarlo con un animal en vías de extinción.

Dudo sinceramente que nuestro, supongo que cristiano convencido y practicante, publicista sea medianamente normal. Y siento en el alma darle este trato pero independientemente de la posición que se tome frente al aborto creo que comparar a un ser humano con un animal carente de muchas capacidades que un humano tiene, entre ellas razonar (aunque claro ha quedado que no todos tenemos esa capacidad) denota que carece de el sentido común. Ese sentido del que estamos tan enorgullecidos de haber desarrollado gracias al milagro de la evolución pero del que raramente hacemos uso...

La publicidad manipula la verdad, intenta reblandecer nuestros corazones y mangonear nuestras mentes con medias verdades (o medias mentiras como lo quieran ustedes ver). Y este es un claro ejemplo de cómo la publicidad nos moldea y nos hace ver las cosas como quieren que las veamos y no como realmente son. ¿Es esta una de las consecuencias de la libertad de expresión?

sábado, 11 de abril de 2009

Criatura del sistema

Los libros desperdigados por el suelo, un montón de folios rellenos de cuentas ininteligibles para casi todo el mundo sobre la mesa y la papelera rebosante de bolas de papel. Estaba todo exactamente igual a como lo dejó la noche anterior justo al echarse a dormir ya con los sentidos extenuados a pesar de la gran cantidad de cafeína que recorría sus venas. Había pasado toda la noche estudiando. Miró el reloj. Era pasado ya el mediodía y el sol estaría en lo mas alto aunque la persiana le impedía entrar en ese oscuro cuarto.

Se levantó y se dirigió hacia la mesa, se sentó en la silla que tras tantas horas sentado en ella ya sentía como parte de si mismo y buscó el móvil. Cuando sus ojos se acostumbraron a la luz de la pantalla de este consiguió reconocer un sms de uno de esos a los que llamaba amigos. Él sabía fielmente que ese tipo no era su amigo, solamente era uno de esos con los que quedaba para tomar todo tipo de drogas hasta no reconocer nada de lo que le rodeaba. En muchas ocasiones al día siguiente no era capaz de recordar nada de lo que le había pasado pero eso le evitaba tener cargo de conciencia, si es que podía tener algo de eso.

Notó como su estomago le reprochaba que llevaba más de doce horas sólo a base de café y dejó el sms sin leer. Se dirigió decisivo y ágil hacia la cocina a la vez que pasaba por encima de la ropa que llevaba varios días en el suelo. Al esquivar una lata de cerveza aun con algo menos de la mitad recordaba como su padre le pidió al marchar unos días antes que mostrara algo de madurez en su ausencia. Se había estado preguntando durante estos días qué entendería su padre por madurez.

Hacía ya tres meses que su madre les dejó sin dar explicación ninguna aparte de que estaba cansada de los dos. Él nunca se lo reprochó, al fin y al cabo vivir con él y con su padre tenia que ser un autentico infierno, y después de más de veinte años había mostrado algo más que paciencia.

Abrió la nevera como hacía automáticamente cada vez que se levantaba y un día más la descubrió vacía, colonizada por un yogurt caducado, un par de tomates y unas pocas botellas de cerveza que, a decir verdad, era lo único que había salido a buscar a la calle desde que su padre marchó.

Miró la encimera y al seguir ahí el bote con el café decidió hacerse otro en contra de los consejos de el mártir que tenia por estomago. Estaba echándole el azúcar cuando sonó el teléfono. Lo dejó sonar durante algo más de un minuto durante el cual no movió ni un músculo. Recién cesó ese horrible sonido volvieron a llamar. Con un suspiro por el sobreesfuerzo se dirigió al salón y lo cogió.

Era la chica con la que estuvo hasta hace unos días. Nunca sintió gran cosa por ella, de hecho apenas la soportaba. No llegó a entender nunca porqué estuvo con ella y dudaba realmente que alguna vez llegara a entenderlo. Tras una absurda conversación llena de reproches colgó preguntándose si el sexo con ella era suficientemente bueno como para soportar ahora esto.

Volvió por su café que tras probarlo y notar como lo frío que estaba le provocaba unas arcadas lo dejó en la fregadera y encogiéndose de hombros mirando a la pared como hubiese hecho en presencia de su madre fue en busca del móvil para leer el mensaje.

“eh tío sals oy d fiest? Bnga dat 1 rspiro kpuyo. Yamam cn lo q sea!” Se quedó mirándolo y lo releyó un par de veces más hasta comprender lo que quería decir.

Tiró el móvil sobre la cama, se desnudo haciendo el montón de ropa aun mayor y se metió en la ducha. El agua caliente acariciaba su piel y relajaba sus músculos. Cerró sus ojos, “¿y esta es la generación que va a arreglar el mundo?” pensó.

martes, 7 de abril de 2009

Cuestión de igualdad

Las lenguas minoritarias tienen un gran problema respecto al imperialismo de idiomas como el ingles, chino, castellano... Una de ellas es el euskera, de origen confuso, una de las lenguas más antiguas y muy poco extendida (practicamente solo en el país vasco) debido a la geografía abrupta del país vasco y de sus gentes cerradas que durante siglos se han mantenido practicamente sin moverse de sus fronteras.


Sin embargo las lenguas minoritarias no son solo un idioma, son cultura, un distintivo de cada sociedad, algo que es parte de la tierra. Por desgracia, y al menos en el caso del euskera, carece de la atracción que podrían tener otras actividades culturales (como los Sanfermines) por no tratarse de algo ocioso. Crea rechazo, claramente, porque implica un esfuerzo intelectual.


Durante los años de dictadura franquista el euskera, como muchas otras cosas, quedó prohibido y como consecuencia se perdió en gran medida. A pesar de ello, una vez vueltos a la democracia se tomaron en castellano y el euskera idiomas con doble oficialidad en el país vasco, tomando por tanto mismo nivel de importancia.


Las nuevas medidas políticas pretenden quitar la obligatoriedad del euskera lo cual me parece una soberana equivocación. El euskera necesita mucha ayuda para recuperarse y creo acertado darle un empujón. Poner el euskera como algo opcional cuando el castellano se aprende igualmente en el modelo castellano es poner el euskera como algo secundario y por tanto atentar contra la doble oficialidad.


La única manera de salvar el euskera y por tanto cuidar de nuestra cultura es exigirlo al mismo nivel que el castellano porque ambos son indispensables y merecen el mismo reconocimiento, ese que se perdió cuando la dictadura no respetó practicamente ningún derecho, entre ellos a comunicarnos como siempre se ha hecho en esta tierra, con nuestro idioma.