No seamos ilusos por más tiempo, nadie anda allí arriba velando por nosotros (desde luego si fuera yo estaría a otra cosa), ni al finalizar esta vida nos reencarnaremos para tener otra oportunidad, ni, por supuesto, tenemos una razón para estar aquí.
Estamos aquí porque a papi se le olvido ponerse el condón y su padre no tenía nada para ponerse, que por otra parte sólo el pensar en ponerselo ya te condenaría al santo infierno, que probablemente el-que-no-debe-ser-nombrado (digo, dios) le habrá dado tan mala fama solamente para asegurarse de que alguien va al cielo. El infierno seguro que es mucho más divertido.
Y no creáis que el destino os depara nada bonito porque de ser así qué razón habría para elegir una u otra cosa si siempre acabaremos en el mismo lugar, yo simplemente prefiero pensar que he llegado hasta aquí yo solo.
Hacedme el favor de no ser imbéciles y creer que el esfuerzo al final merece la pena, que los últimos serán los primeros, que sufrir te lleva a ser mejor y, desde luego, que al final cada uno tiene su merecido.
Todo esto y algunas otras chorradas que te animan a seguir son sólo un puñado de engañabobos de mierda, la única realidad es la ley de la jungla: O comes o te comen.